En la soledad de la habitación,
notaba su mirada que me perseguía.
Por más que me escapara,
siempre me encontraba.
Tenía una ventaja,
el escuchaba mis pasos,
yo a el no.
El miedo me recorría por las venas,
el corazón me sobresalía de los pechos
me martillaba no escuchar.
Estaba encerrada,
en una casa con muchas salidas
y entradas.
¿Por donde escapaba?
El podía entrar facilmente
y a mi me costaba escapar.
El me impedía salir.
martes, 17 de abril de 2018
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