Estaba apoyada en la ventana,
pensando en todas las veces
que nos peleábamos
y en las que nos reíamos como niños.
Mientras observaba el anochecer
en esta vacía calle.
Pero no puedo olvidar
como comenzó.
Recuerdo el día,
los sueños
y entre tus ojos
puedo ver lo que está por venir.
Las sombras algo que siempre he temido,
tanto a la luz del día
como en la oscuridad de la noche.
Nos dicen que somos libres
de como vestirnos,
de como salir a la calle a mostrarnos
al mundo.
Pero como nos protegemos
de los miedos que nos aterran
cada vez más.
Corremos por las calles,
nunca nos paramos demasiado.
Ser fuertes por un pasado
que nos marco en la niñez,
es algo que siempre está en nuestra cabeza
y que aún sigue doliendo.
Nos marca de por vida,
incluso cuesta cerrar los ojos
por lo que nos depara.
Cada vez que tenemos en nuestra mente
al monstruo que nos hizo daño
y nos mancho nuestra inocencia.
Que ingenua fui,
dejando la puerta abierta.
Buscando protagonismo
en cada encuentro contigo.
Hacía la maleta
por estar ahí
pero se llenaba de recuerdos.
Por lo menos cuando la abría
tu estabas en cada uno de ellos.
Fue culpa mía,
por olvidarme de quién era
y dejar que todo quedase en un recordatorio.
Pusiste mi mundo al revés,
sane con cada beso.
Pasamos por tantos infiernos,
juntos somos caos
y es perfecto.
Porque pensé que esto no era para mí,
hasta que amaste mi todo.
Me abrazaste hasta el amanecer,
contigo estaba viva.
No sabía como era amar
hasta que te tuve aquí.
Te siento conmigo,
aunque te haya perdido.
Hemos pasado tantos huracanes juntas
pero el destino nos separo.
Una parte de mi,
se quedo contigo.
Pasan los años
y yo no te olvido.
Siento un dolor en mi corazón
por no ser lo que éramos antes.
Me marco tu alejamiento,
todo se detuvo
desde que mi otra mitad no está.
Ojalá te viera,
no solo para acompañarte
en tu crecimiento personal
sino para verte
en los pasos de los años.
Siempre doliendo,
aunque no tuviese sentido
todos estos sentimientos.
Queríamos ser valientes,
intentarlo una y otra vez.
Pero esto ya estaba roto,
antes de empezar.
Te mire desde mi soledad,
sufriendo por cada distancia.
Hace mucho que la cordura,
se fue.
Queriendo soltar
este dolor.
Quise subirme al tren del olvido
pero siempre había algo que me lo impedía.
Los contratiempos no están a favor,
hay cosas que ni nosotros mismos
podemos controlar.
Sabía que cada viaje
era un nuevo destino.
Tantos miedos
que no solo nos impedían avanzar
sino que también
sacaban las peores versiones de nosotros mismos.
Nosotros somos ese tren,
que avanza en el tiempo.
El mar chocando
contra las rocas.
El aire acariciando
mi cara,
dejándome sumergir
en el olvido.
Una puesta de sol
asomando,
pronunciando la palabra
libertad.
Estamos hechos de heridas,
de aquellas que marcan el alma
y dejan un rasguño en nuestro pecho.
Fue muy caro el dolor
y ya una
no sana tan fácil.
Me he tatuado
cada vivencia
y pasión
en los centrimetros
de mi piel.
Cuando la mente te traiciona,
todo te confunde.
Ya no diferencias entre la realidad
y lo imaginado.
¿Cómo saber si algo existe?
Si solo tu lo miras.
Por eso el sueño queda en el olvido
y puede más los miedos
que nos atormentan
que tu deseo de salir adelante.
Deja ir todo
y quizás así encuentres
algo de paz en tu interior.
No se si fue tu mirada,
o el poco amor que transmitía
cada vez que te sentía.
El silencio que había
rompía todos mis esquemas
pero supe que aquel día
iba a ser el último.
Rompiste un amor,
las lágrimas quemaban
el corazón.
Sin despedidas,
ni una gota de esperanzas.
Llore por lo que nunca fue.
Nuestro amor fue un salto a ciegas,
era un laberinto de emociones
donde el fuego siempre estaba presente.
Había conexión,
miradas fugaces.
Hacíamos el amor y también nos reíamos
pero uno de los dos se quedo con las ganas.
