Hay golpes que nunca se olvidan,
son como sensaciones eternas
que nos desgarran hasta dejarnos cao.
Nos comen por dentro
y a la vez nos convertimos
en ruinas inconstruibles.
Lo llaman amor propio
pero;
¿Cómo amar algo que odiamos?
Intentamos quitar esa imagen
de nuestro subconsciente.
Rompamos el espejo,
así como el nos rompe en añicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario