Cuando despertó apenas recordaba lo que había pasado, solo sabía que estaba atada a una silla en su salón mientras la casa se consumía por las llamas.
Intentaba mirar si había alguna salida pero era imposible con tanto humo a su alrededor.
De pronto se dio cuenta que el suelo había un cuerpo inmóvil, era su padre.
Ella no se lo podía creer y desesperada por el miedo empezó a llorar, mientras las lágrimas caían derramadas por la desesperación y a la vez su cuerpo se apagaba con las llamas.
Una luz ilumino se ilumino indicándole el camino, era su madre que le decía que luchara.
- ¿Como?
Estoy atada de pies a manos y cada vez me cuesta más respirar, no creo que aguante mucho.
- Hija donde tu menos lo crees es donde esta la solución, encontrarás la salida. Yo se que puedes, tengo que irme pero no olvides que hay una luz dentro de ti que puede con todo esto. Pronto volveré pequeña.
Cada vez a Ángela le costaba más poder seguir sin que se desmayara y ya no aguantaba más hasta que vio a su padre ahí y decidió que este no sería su final.
Fue moviendo la silla poco a poco contra la ventana hasta darle un golpe y romper el cristal en pequeños trozos.
Como pudo cogió pequeño cristal y lo froto contra la cuerda hasta que consiguió romperla.
Fue arrastrándose hasta su padre para intentar salvarlo, cuando de pronto empezó a escuchar unas risas.
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